Profunda moral desbaratada por la suerte.
Sus dientes tintinean en la profundidad,
o será su voz traspasando las paredes,
el canto prohibido de una sirena llamando,
y capturando al navegante errado.
Me dejé llevar,
el largo mar de su pelo me arrastró,
en la obscuridad de su tierra naufrago,
vuelvo a sentir el corazón ,
hablo a la luna entre sueños,
sobre la arena dibujo un rostro,
que las olas me obligan a memorizar.
Tierras inhóspitas
en las que seguro me encontrará
he fundando una nueva ciudad
he prometido vivir en ella
por un segundo y una década.
Llamémosle de alguna forma,
usemos el nombre de un país,
la silueta de su boca,
o el sonido de su corazón al latir.
Para G.
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