I-F L. Y.
Y
sí, debajo de las sábanas. Entre un colchón y el otro, a kilómetros, entre el
desastre que nos encontró.
La
tuerca embona, sin aceite hay demasiada resistencia, y el pegamento de tus
labios mantiene mis piernas cerradas –podría ser eso el amor-, entre un perro y
una gata.
Las
costillas duelen, cuando el hambre ataca, de tu espalda flaca, de tu espalda
que me llama, de tu espalda tocada por mis manos, es el lienzo de un sabor
amargo.
¿Es
sudor o agua? Argumento que a tu pregunta no le corresponde ninguna de las dos
opciones. ¿Es tu lengua o la mía? Sin pertenecías nos pertenecía a los dos, al
igual que el monte y el próximo ciclo de venus.
Que nos deshaga esta vez
Pronuncias a orillas de la cama, a orillas del mar, de la balsa que nos
transporta una noche sin luna, el mar y el espacio se ven iguales cuando las
estrellas brillan, el cielo esclarece y el mar se calma.
Que
nos trague, engulle y luego escupa en una isla desierta, la isla donde no se haya
olvidado la palabra, mastique de masa invisible y oscura, el éter de nuestras
conciencias, que nos escupa allí donde el sol brilla y no quema, el viento
sopla y no despeina, el tiempo pasa pero no duele, el amor se palpa y no envejece.
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