Discordia Disimulada.

Fueron llenadas las calles, entonces no quedó duda, el tiempo se acabó,ya no hablan perros que ladran conversaciones bastas de sentido, pero con la elocuencia del pájaro.

Las urnas no reventaron—ahora ninguna padecería sobrepeso— las calles lo hicieron, las pantallas grandes que para entonces parecían un pequeño resplandor entre las inmensas capas de animalidad eran puestas a rodar con sonrisas ajenas de rostros reinventados en digital.

Ya no hay armas afiladas atravesando las palabras rotas jamás cumplidas, ya no, ahora sólo hay un número anunciado la próxima fecha a la cual rendir ceremoniosamente el amor que se le merece.

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