A a larga se entiende.


A la larga, resulta horrible darse cuenta que nada se construye de inmediato, y por ende, ningún deseo que nazca hoy, y que medianamente valga la pena, será cumplido en el corto plazo.



A la larga, es una tristeza caer en la cuenta de que los deseos más trascendentes del hombre son una mirada a un futuro de inexistencias, que si bien hay quienes persiguen tales deseos, solo llegan para encontrarse con algo que poco se parece a lo pensado o lo imaginado. Y a esa gran desilusión el hombre ha decidido llamarle éxito.



A la larga, es un pesar entender que lo que hoy vale la pena es cumplir un deseo tan efímero y pasajero que el mismo hoy se lleva como un soplo de viento. Y al paso del tiempo, se vuelve la cabeza para entender que el día vale por lo que es, y no por lo que será; en sí, la vida vale por lo que es, y no por lo que podría ser.

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