La nada que importa.

Nada importa hasta el momento en que todo viene, se vuelve presente.

Nada vale hasta el momento en que llega, en que la bola de nieve se desembuelve como avalancha.

Nada importa hasta que la masa cálida embuelve, muta de la ilusión y de la pesadilla en un hecho real, en un acto directo e imposible de esquivar.

Nada importa hasta entonces, hasta que el presente golpea con su fuerza irremediable, cuando la "cosa en sí" se vuelve un hecho innegable.

La virtud del devenir histórico, del paso del tiempo, de la vida misma haciéndose presente.

Entonces sí, la nada sin importancia se vuelve pensamiento angustiante.

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