Escupiéndo (no se lea de preferencia)



Esta maldita noche tan opaca, sin lluvia, con un calor exasperante, parece que perdimos el color y nos movemos ahora en una película vieja de ficción agotada.

Cuántos pasos hay que dar hasta encontrar la razón y el sentido a lo que debería de tener sentido, la vida misma que no tiene nada y que nos tiene y nos roba todo el aliento.
Cuantas noches más tendré que pasar en el fatigante martirio de ser un esclavo de las circunstancias, un esclavo de mí mismo, cuántos piensan que el suicidio es la respuesta, tan falsa como saber que después de la muerte no hay un paraíso, pero ¿alguien lo sabe? Es obvio que no hay nada, es obvio que todo está de este lado de la verja.

Me torturo con imágenes de mi mente que no se mueven y que al final son un lánguido camino de pasos que no quiero dar y que debo de dar, un dolor, el silencio es un dolor, el silencio es también una forma de agresión, porque duele más cuando se callan las cosas, porque duele más ese misterio que se mete en lo profundo de los huesos y no deja salir.

Ahora mismo me siento en una prisión, en la prisión de mi mente y de una jodida pesadilla, todo es abismo, a donde quiera que voltee todo es un abismo, ¿pensar en suicidarme? Jamás vería esa opción, prefiero reventar los castillos, ser portador de bombas y maldiciones, prefiero ver todo el castillo de naipes caer a mi alrededor y conseguir venganza antes que darme por vencido, antes de verme derrotado ante cosas que son tan simples como el maldito silencio.

Quiero arrodillarme ante esa esperanza, ser fiel a que todo es pasajero como el tiempo, pasajero en un tren de malas noticias, de hechos que no se pueden cambiar tan simple como dar la vuelta y volver a caminar, nada de este tiempo se puede cambiar como se quisiera, todo duele y todo arde en el puto corazón, si es que aquella expresión se puede materializar.

Quiero tomar la primera piedra que encuentre y lanzarla sobre el vidrio de lo impenetrable, derribar esa maldita sustancia que todo lo tiende y que todo lo domina, la maldita idea de la moral, la maldita idea de la perfección, el bullicio comercial que nos atrapa en el sinsentido de la vida. Qué puto diablo se ha metido en todo esto.

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