Lo político se transforma en literario, es material para la hoguera. Los textos vertidos por millones de usuarios a diario, videos, noticias falsas, alertas, y el retorno de preguntas. 

Ya sé que se ha dicho repetidas veces, vivimos una sociedad de opiniones; argumentos a favor y en contra, ninguno de ellos importa hasta que no te ves con un arma apuntando a tu cabeza, en la frente, cuando no te ves sólo a mitad de la calle en la madruga y sin que nadie pueda ayudarte. Autos van y vienen, pero ninguno se detiene ante tu desgracia. Casi nadie está dispuesto a tenderte la mano. 

 Ya no hay manos que se permitan dar esa ayuda, no desde que todo se ha vuelto cuestión de dinero, cuando el tiempo y la atención se monetiza, se vuelven altamente valiosas. Y no es que se trate sólo de dar ayuda o de escuchar a los demás, se trata de una transformación de lo que antes significaba el valor de la opinión, el valor del tiempo, acompañar a otro ser humano que pisa la tierra. 
 Comprender que no estamos enfermos, sólo atendemos a situaciones que creemos pertinentes, como la situación de tener un arma en la frente y pensar en que no hay nadie alrededor para salvarte, como pensar que cerrar los ojos y rezar te va a ayudar, como pensar que podemos cambiar el mundo vertiendo opiniones en una pantalla, diciéndole a nuestro amigo -Ves, te lo dije- o intentando saltar por la ventana de la desesperación y creer que en algún momento tuvimos o tenemos la razón

No caíamos en las provocaciones sistematicas que exprimen nuestra voluntad y razones de estar vivos. La nota y la opinión, la mayoría de las veces, sirve para limpiarse el culo. Mientras que los hechos, y la amenaza a la vida, eso sí, requiere ir más allá de lanzar una piedra y tirar un muro. Hay que ir por ellos y cortarles el cuello. 

Es de lamentar vivir un territorio en guerra, en guerra con todo, y al mismo tiempo, pretender que se puede dormir tranquilo, que existe el supuesto de la "seguridad", es ridículo pensar que en algún momento histórico podremos comprar la paz y la tranquilidad, cuando se ha empeñado y cambiado por espejos enegrecidos y un mundo del color de la noche. 

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