O quizá no.
Quisiera alentar a todos aquellos que quieren pensar por sí
mismos y cuestionarse todo cuanto se topan de frente, cuestionarse la religión
y la ciencia como religión, el conocimiento milenario de generación en
generación y allí cuando se lo hayan cuestionado todo podrán meter la cabeza en
hoyo y entonces saber que no saben nada y esa será la base de todo el
conocimiento, comenzar por uno mismo, por la construcción espiritual de cuanto
habita en uno y cuanto lo habita a uno; y de nuevo, después de esa construcción
espiritual podrá darse cuenta que quizá hay algo más allá de uno; luego la
construcción de la subjetividad, después la objetividad, una tentativa a
comunicarse con alguien más, vendrá el lenguaje claro, vendrá la iluminación de
todas aquellas cosas que hasta ese momento parecían una equivocación o un
juego, un insulto, sentirá entonces la fuerte creencia por algo, una creencia
que será el sustento para el día a día en la vida, entonces se adoptará una
religión y luego se creerá en lo demostrable como lo cierto y allí, cuando esté
con la cabeza atrapada entre todos esos
sentimientos por fin se detendrá y sabrá que todo el tiempo invertido en
cuestionar no te ha servido de nada, porque ahora está en el punto de inicio y
te das cuenta que ellos tenían razón y que quizá estaba equivocado, y se dará
cuenta de que quizá estuvo equivocado todo ese tiempo.
Aunque también puede optar por el otro camino, no cuestionar
nada, y al mismo tiempo no seguir nada, resistirte a todo pensamiento, negarlo
y afirmarlo todo, alimentar una voluntad que no viene de ningún hombre y que es
más allá una naturaleza pura, una animalidad aceptada y a la vez en esa
animalidad toda la negación a la humanidad y a alcanzar algo que vaya a salvar
a la humanidad, porque te darás cuenta, y triste —quizá allí metido en alguna
de tantas montañas— que es muy triste que a la humanidad no le quede nada y que
se desmorone ante sí, y te dirás y preguntarás —porque lo humano radica en la
pregunta—, ¿Cómo esta raza es capaz de destruirse a tal grado, capaz de
desmoronare a sí misma, cómo es capaz de tanta hambre y de tanta destrucción? Y
sonreirás allí arriba en la montaña, en cualquier tipo de montaña, porque veras
los desiertos crecer, porque veras como ese organismo vivo —que nunca se supo
reconocer como tal— se destruye y se come a sí mismo hasta el hastío, veras la
destrucción de mil bombas, los hongos nucleares, los gritos alcanzarán tus oídos,
y cuando todos los hombres y mujeres hayan desaparecido, entonces verás que no
hay nada de humano en la naturaleza, en la verdadera naturaleza y que lo humano
estaba allí entre la lengua, la razón y la religión.
O quizá no, y sólo vea un gran sol florecer y un mar colmado
de estrellas.
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