caminar la mente.

La tinta comprada de segunda mano, los trozos de tela cortados de la vieja ropa, la bandera sumida en  desesperanza de una lealtad inflada por los mercados, los caminos del hambre, el intestino malsonante, consonantes capturadas por oídos insensibles, promesas malsalvadas en pantallas de colores cinescópicos que parpadean dañando los chillantes ojos. Súmale una fecha póstuma, súmale también tu mano envuelta en sangre. Ahora sal a la calle y míralo con los ojos detrás de los que comunmente obserban por ti.

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