Norte y sur magnético.

Se vive en una eterna mediación entre el placer y el dolor.

Todo lo que no es doloroso resulta placentero, y viceversa. Se trata de mediar los deseos arriesgando el dolor para luego conseguir placer, o nos encandilamos en un tren de placer para luego sentir el dolor arrancándonos la piel.

Hay quienes aseguran que en todo dolor hay placer, y que no hay placer que en sí mismo no contengan un dolor, quizá no propio, sino de quien mira envidiando.

Pudiese ser, en el más extremo de los casos, que la falta de dolor y de placer no implique la falta de vida, y que por lo contrario ese estado letárgico y ausente sea la fusión perfecta de ambos polos, polos en los que no existe el punto medio, tal como el norte y el sur magnético.

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