Atentando.

Su corazón latía con fuerza, seguí sin detenerme, desabroché y lancé su pantalón hasta el otro lado de la habitación, mi mano dio con su sexo húmedo, quité por completo su blusa y ella saltó sobre mí.

El sudor resbalaba por su espalda, su excitación humedecía mis piernas en cada vaivén, sus ojos apuntaban al cielo y sus parpados al infierno, mordía su labio con una mueca medio torcida, una cortina de pelo rizado cubría su cara, un gemido escapaba de su aliento cálido y perfumado.

Con mis manos tomaba sus nalgas, la apretaba contra mí, no quería dejarla escapar, dejar de sentir el movimiento de la valkiria, de la muerte más bella sobre mi pecho, sin parar seguimos, entre gritos y estruendos continuamos.

Entonces una explosión se escuchó a la distancia, el vidrio se reventó, una nube de humo entró por la ventana, la miré por última vez, ella preguntó -¿Estás listo?, afirmé con la cabeza, aceleramos el movimiento, gritamos al mismo tiempo que la pared caía sobre nosotros.

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