La eterna venganza.


>>Callejón amarillento, Viernes diez de la noche.
     —¿Qué traes en las bolsas? 
     —Nada.
     —¿Estás jodiéndome? Saca lo que traigas.
     —Ese dinero es lo último que me queda para regresar a mi casa.
     —Cállate [Pausa]
     —Y si intentas seguirnos o le dices a la policía te voy a buscar y te mataré.
>> Estación de metro más cercana.
     —¿Estás perdido chico?
     —No, me asaltaron calles atrás, y necesito dinero para regresar a mi casa. 
     —¿De dónde vienes?
     —De la universidad, me perdí dentro de algunas calles y cuando me di cuenta ya no sabía dónde estaba.
     —Toma, con eso será suficiente para que llegues.
     —Gracias.
>> Dentro del metro, entre empujones y pisotones.
     —¿Qué te pasa? Animal.
     —Disculpe señorita, no quería tocarla.
     —Eso es lo que dicen todos los desgraciados.
     —¿Qué te hizo?
     —Este chamaco imbécil me tocó las nalgas.
     —¿Qué carajos te crees imbécil? Baja del estúpido tren.
     —Pero …
     —Que bajes te he dicho.
>> La primera parada.
     —¿Quién te crees para ir toqueteando a las mujeres?
     —Fue sin querer, no tenía la intención de…
     —Sin querer, sin querer te voy a destrozar.
>> A las fueras de la primera parada.
     —Eh tú ¿Te encuentras bien?
     —Me asaltaron y me golpearon, así ¿Cómo se puede estar bien?
     —Uy, te ves mal de verdad
     —¿Qué esperabas después de una golpiza?
     —Sólo enrojecido, no hay demasiado que hacer, porque no vienes a quedarte conmigo.
>> Casa del extraño 1
     —¿A qué te dedicas?
     —Soy cocinero. 
     —¿Y qué son esas piedras sobre el escritorio?
     —Nada, te puedes quedar en el sillón.
     —¿Estás seguro de que no hay problema en que me quede?
     —Claro que no. Mañana te llevo a tu casa.
     —Gracias, qué suerte que aún hay gente buena en el mundo.
>> Casa del extraño por la mañana.
     —Ese esqueleto que está en el sillón es quien nos va a ayudar.
     —¿En serio? Se muy flaco.
     —Está. Despiértalo, ya estamos a punto de irnos.
     —Mugroso, despierta y ponte la maldita ropa.
     —¿Qué pasa? ¿Quién eres tú?
     —Cállate [pausa] y ponte la maldita ropa.
     —Te conozco. 
     —Sí, eso me dicen todos, que tengo cara de famoso, ahora ponte los malditos pantalones y sube al coche.
     —Pero me dijo que me iba a llevar a casa. 
     —Sí, te vamos a llevar a tu puta casa, ahora súbete al auto.
>> Camino al restaurante.
     —Vivo a la salida de la ciudad, son como cinco kilómetros desde aquí, pero si quieren me quedo en el metro, sólo necesito algunas monedas, con eso me las arreglo, no tienen que llevarme hasta mi casa.
     —…
     —Bueno, o podemos seguir. ¿A dónde vamos?
     —…
     —Está bien no me hagan caso.
>> Llegados al restaurante. Parqueados a unos metros de la entrada, un restaurante de grandes ventanas.
     —Escúchame con atención chamaco. Te voy a dar esta maleta, dentro hay una pistola. La vas a tomar y le vas a disparar a esos dos cabrones que están allá adentro.
     —Pero…
     —Luego te vas a acercar y vas a tomar la maleta que está debajo de la mesa y la traes para acá.
     —Yo nunca he disparado una …
     —Sopésala, no pesa mucho, lo único que tienes que hacer es apretar el gatillo, apunta de esta forma y luego aprieta el gatillo, así.
     —Dios, pensé que me dispararías.
     —No seas estúpido. ¿Aprendiste cómo disparar?
     —Nunca he disparado un arma.
     —Ya te dije, es lo más fácil del mundo, ahora entra y hazlo.
     —Pero … 
     —Pero ¿Qué?
     —Me va a llevar la policía, y ni siquiera los conozco, qué voy a hacer después de que los asesine, me voy así como si nada, y la gente del restaurante, y las cámaras. ¿Qué me va a pasar?
     —Nada, las cámaras están apagadas, hicimos un trato con los del restaurante ellos se van a desaparecer encuentro te vean entrar y las personas que ves adentro están desarmadas, son unos perros, unos malditos, son delincuentes en pocas palabras.
     —¿Y yo no?
     —Al carajo estúpido chamaco, si no lo haces te disparo yo a ti.
     —Ey, calma los dos. A ver chico, bajas, los matas, regresas con la maleta, te doy cinco mil pesos y entonces te dejo en el metro y te vas a tu casa. ¿Contento?
     —Pues….
     —Pues no hay opción maldito escuincle, lo haces o te jodo aquí mismo.
     —Está bien, está bien.
>> Dentro del restaurante. La mañana entra por la ventana, el eco de un par de voces familiares.
     —¿Se te perdió algo?
     —No
     —Si no quieres que te reviente la cara a golpes lárgate de aquí y déjanos solos.
     —Sí, me voy.
     —Espera niño. Ya te recuerdo.
     —Sí, yo también, aunque estaba drogado, es el niño del callejón de ayer. ¿No?
     —Eh…
     —¿Quieres de vuelta tu dinero?
     —Sí devuélvele sus quinientos pesos.
     —Gracias a ti ganamos este saco lleno de dinero. Lo sentimos, somos malos, y cagamos a la gente, pero hoy es un buen día. Te pondré el dinero aquí en la bolsa de tu camisa.
     —…
     —¿Que tiene la maleta? Dile que abra la maleta.
     —Está vacía.
     —No te creo. Debe de haber algo allí. Déjame ver.
     —¿Qué tiene?
     —Nada, ¿Ya ves?, se los dije.
     —En efecto. La maleta está vacía.
     —Ahora lárgate y déjanos terminar el desayuno.
     —Sí, me voy. Pero antes.
     —Que carajos, es un arma…
     —Hijo de puta, le disparas…
>>Dentro del auto, a unos metros de su casa.
     —Eres bueno, pensé que no lo harías. Aquí tienes tus cinco mil.
     —Ahora largo maldito chamaco.
     —Sí
     —¿Sigues temblando? Que gracioso te ves, pareces un perro mojado.
     —Sí, te ves demasiado gracioso. Bájate del choche. Si dices algo de lo que pasó hoy venimos y te matamos.
>> El auto acelera a toda velocidad, antes de girar hacia la derecha una camioneta se frena frente a ellos, dos metralletas rugen furiosas. Un hombre encapuchado entra por la maleta. Minutos más tarde suenan las sirenas, las escucha desde dentro de su habitación. Por la noche entra su padre, le pregunta qué le pasa, él sólo mueve la cabeza, se encoje de hombros. 
     —Cada día la gente está más loca, dos tiroteos el día de hoy: estamos de locos.

Comentarios

Entradas populares