Uno mismo.
Me buscarás. Debajo de las
piedras, detrás del espejo, pero sé que me buscaras. Una noche antes de dormir
te recostarás y con los ojos bien abiertos y mirando al techo me buscarás queriendo
romper en lo alto las nubes y el cielo mismo. Querrás acariciarme como niño con
su manta favorita, saber que lo conseguiste, que tienes que dejar de patalear,
y que ya es hora de abandonar el nado contracorriente.
En cada acto que emprendas me
buscarás, y querrás que yo sea el que gane, el que se lleve la gloría, y
mirarás al espejo con cierta vehemencia, claro que tu rostro estará allí, tu
cara y no la mía, puesto que lo único que puede aparecer allí por naturaleza es
tu figura. Correrás kilómetros enteros, horas interminables en el gimnasio. Largas
horas de estudio, esforzándote hasta el cansancio. Tratarás de abrir el espejo,
trataras de buscarme debajo de cada noche de insomnio, dentro de tus mejores
sueños, detrás del rostro de cada una de las personas que te miran.
Pero todo será en vano. Por más
que lo intentes siempre serás tú, tu rostro, tu esencia, tus actos, tu cuerpo,
tu voluntad, tu voz; porque yo sólo vivo en un futuro que nunca alcanzarás.
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