Ella lo dijo primero.

Los acertijos empiezan, y el camino correcto apremiado por las bestias de esta vida se hace por hacer, el puñado de rozas sueltas entregadas a la puerta de la verdad solicita un préstamo a la desvergonzada humildad y las hullas del amor se caen a pedazos.

Poder de recordar, y entonces viene el reconocimiento de viejas estrategias para curar el cáncer de esternón, pues para la mañana habrá un lindo trago de agua pura, y un río que correrá con la misma intensidad que las horas pasadas por el tiempo como hojas blancas, ese tuyo, ese mismo puñado de rozas sueltas entregadas a la boca del lobo.

Y no caerán hojas del árbol, el conocimiento no se desvía por placer de un dios que impone a fuerza lo que la vida misma no esta permitida a imponerse, porque cualquier científico sabe que la materia se vuelve energía y que se es marca de polvo cuando la noche envuelve al cuerpo frío de la esperanza que nuevamente cobija a la alegría.

Ya sabes como me gusta a mí, como algún día gustaran las puertas y también las huellas y esas hojas. Porque en gustos se deshacen los sueños, en esperanzas se recobran las risas y en el futuro aun espera sentada sobre la banca del parque, y un pelo suelto que brilla con la luz de un atardecer de tranquilidad, ahí donde sólo el lugar la conoce, es donde ella descansa en la memoria de un porvenir que estoy seguro caerá como esas predicciones que tanto me gusta atinar.

Post Date: Me gustaría invitarte a conocer lo que mis letras dicen, pero quién más que un impostor está frente a ti cuando cae la noche, quién más que una marioneta del tiempo perdido es el que verdaderamente se posa en tus ojos, y te miró como búho, como niño mirando la lluvia que lo deja dentro pensando. Y me complacería explicarte lo que aquí escribo, pero es una lástima que cada letra salga por el ímpetu de decírmelo a mí, de dejarte a un lado, de llevar al horizonte lo que le pertenece a mi desahogo. Y que éste y todos los juegos que pasaron no pertenecen al amor. Perdón, pero vuelvo a ser.