Cadenas.

Y darse cuenta de que las cadenas nos separan, y la división frágil nos invita a romper la cuerda metálica, jugar del otro lado, dentro de lo prohibido, saborearse cada gota de aquel encuentro con lo desconocido, la sonrisa imborrable de romper reglas absurdas, de corromper la moral popular, en la finalidad de sentirse dentro de uno mismo, fuera del engaño popular.

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