12 y media noche.

Harto de la languidez de los nervios, del encierro al cual me has sometido, de poner palabras sobre una puta pantalla brillante, pero mas harto de tener que fingir que esto es soportable en la medida en que se trata de la vida, pero que pretender en este espacio inconexo de figuras aleatorias (lo que sea que eso quiera decir), puesto es la realidad en la que he crecido, la misma maldita realidad que me has enseñado a obedecer, sí, aunque estés muy lejos, aunque no te importe, sé que seguirás mirando mi pantalla, vigilante o demonio.

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