De los "in" eludibles.

El mundo, en su indescriptible forma, con fórmulas que a la primera tentativa de ser explicadas se tornan confusas, se enredan unas con otras, se vuelven inclasificable, indiscernibles, "in", como incauto caer en la provocación de hablar por horas, "in", como inconsciente de lo que pasa a mi alrededor, la forma en la que me ven, porque bien sé que me miran de esa manera en la que solo me queda desconocer lo que hay en su cabeza, en donde su mirada de atención no es más que otra forma de mí, la forma en que ellos me atrapan e intentan en primer término, medirse conmigo, y en segundo, descalificarme.

Pero basta de esta tentativa constante de perder los estribos, de mandar todo al mismísimo infierno, de querer quemar a cada uno de ellos en el rincón podrido de mi mente, en el peor de mis arrepentimientos.Digo basta porque hay una puerta que se habré al liberar el odio, y equivocarse sin aprender no sirve de nada, así es que con esas dos grandes armas se puede construir una idea concreta, la idea que traerá la acción, primero dejando de odiar, y luego esquivar las condiciones que me llevan a ese error, a las falsas interpretaciones que me llevan al "in", de inconsciente, de insano, de incierto, de inhumano, de infierno.

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