Sobre el fuego y otras desventuras.

Nadie quiere a los incendiarios, dadores de luz, los fulminates iniciadores de la destrucción. Nadie quiere a su lado el fuego quemando, la llama del conocimiento, la verdadera pasión. Nadie está dispuesto a apostar su alma, a dar su espíritu por un camino distinto. Ese nadie se niega a cambiar el pasado, a quemar el viejo esqueleto que le persigue, a convertir en cenizas su fantasma.

Si a ese nadie le pudiera dar nombre, ten por seguro que sería el tuyo.

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