De lo fácil queda poco.

Qué fácil resulta acusar detrás de una pantalla.

Gritar con la voz autoritaria del sentido común. Qué fácil es que todo pertenezca al campo del sentido común. 

Qué fácil es el argumento justificador de otro argumento que no tendría bases, que nunca las tuvo. 

Qué fácil es hablar por hablar: rebuznar. 

"Ladra perro, ladra sabueso domesticado, al fin y al cabo es para lo que te has educado."
"Ladra perro, responde con ladridos a sus silvidos, que no olviden que siempre pueden contar contigo."
"Eres el perrito más fiel, que no piensen que no sabes obedecer."

Qué fácil, imitar el argumento, imitar el apodo, acusar con el mismo dedo lo que siempre se habría acusado. Al final es fácil suponer que las sociedades, las masas, "el pueblo", rebuznará hacia el mismo lado una y otra vez, hasta que "algo" o nada cambie. 

Sigue ladrando: lo difícil siempre será criticar lo que nadie critica y mirar a aquel oscuro rincón al que nadie quiere mirar, porque en el fondo siempre hay un espejo, y a ese espejo le deberemos un reflejo. 


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