¿De qué ríe el vago cuando los ve?

 La voz que apaga el sonido estéreo de una conversación que se marcha, el ruido estereofónico de la caída potencial de las teorías escatológicas, tu opinión, tu puta opinión. 

Sola, navegas solo, confundido creyendo que entiendes, entendiendo creyendo que estas confundida, navegas sola, charcos de sangre en el suelo, en el techo en la pared, adaptación y mentira, sacrificio sin uso, sacrificios para un dios, el dios dinero. 

Y tu opinión que no cuenta, y tu opinión que nadie te ha pedido, pero opinas porque crees que es la única forma de volverte alguien, y opinas, y hablas y publicas, porque si alguien lee la rabia escrita entenderá mejor tu tragedia, tragedia de ellas, tragedia de ellos, tragedia de muertes,  de vidas en vilo, heridas y cicatrizadas, heridas y tragedias, si las ves escritas serán mejor, si las estampas en las paredes te sentirás mejor, si las gritas te ira mejor, si gritas tan fuerte que sea imposible que cualquier otra voz se cruce, la voz del deshonestos ladrón de la democracia, la voz del triunfante político vende patrias, la voz de cualquier que deba de hablar.

 
Abres el refrigerador, la luz a media noche, hay frijoles para comer y jugo para beber, recuerdas la herida, la noche de prisa corriendo, las pisadas de policías, mujeres, el enemigo, y aquí nadie nos cuida, la voz del asesino, del cobarde, y aquí nadie nos cuida, recorres la sala hasta el comedor, comida tibia por el recalentado patero del microondas, pero no te interesa, porque la mandíbula aún trabada te dice que allá afuera está el enemigo, y está también dentro del bolsillo y está también al encender el televisor, y está también cuando miras el espejo, en el cuarto de al lado, en tu mente, en tu mente está el peor de los enemigos, pero hay cicatrices, pero hay que gritar, estampar el odio en las paredes, que se vea la sangre, que se encuentre la cicatrices, una disculpa monumental, que el odio que se siente sea mi odio odiando a los demás, que mi grito sea el gran grito que le grita a los demás, mi opinión. 

La era de la soluciones donde no hay qué se solucione con tantas ideas y opiniones, el siglo de las luces y seguimos con los ojos apagados, el siglo de las comunicaciones (ágiles en microsegundos, redes enormes que abarcan la totalidad de 7 mil millones y traductores, y bibliotecas abiertas, y videotecas gigantes y una conexión entiempo real del planeta entero) y no se escuchan, no se entienden, no hay diálogo, no hay ni una palabra que razonen de ambos lados. 


EL grito desesperado, el hambriento que aprendió a resistir sigue en las calles, el vago debajo del puente espera la lluvia, el calor ardiendo, el invierno, con los pantalones cagados y orinados, sangre en la suela de los zapatos, y la comida que sacó de la basura, y no opina, ni publica, ni está en las redes, porque a las redes le importa el alma de lo-que-se-opina, agente de charlas infinitas sin entendimiento, peleas y rabietas de tendencias, peleas y sirenas que suenan en la calle. 


A esta hora, ya terminas la cena, desmontas el pantalón, tocas las cicatrices, desmontas la parte de arriba y mas cicatrices, apagas la luz, te envuelves en sábanas, sin culpa, sin reproche, como si aquello fuera merecido, cierras los ojos, piensas en el fin de la vida humana, en que todos tus enemigos ardan, tienes conversaciones con dios y con el diablo, tus propios demonios se comunican, se entienden, dialogan, de nuevo crees que comprendes, crees que sabes, crees que tienes la solución a los males que asechan el mundo. De nuevo "crees que sabes". 


¿De qué ríe el vago cuando los ve?

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