Pregunta...

Toma el libro entre sus manos, pasea la yema de sus dedos por las pasatas gruesas, toma el lapiz, acaricia con la tinta y con el gráfico las libretas, quiere preguntarse que hace ahí, pero el constante sonido de la voz de aquella persona que se encuentra parada frente a él le intranquiliza, no le deja concentrar la idea.


Llega el descanso, que para el descanso no funciona efectivamente, las ideas dan vuelta quemando grandes cantidades de glucosa, que se renueva a cada mordida, el tronar del pan dorado, el sabor de la carne entrando hasta el fondo de la lengua, la lengua sacudiendo cada diente, la química de la absorción proteínica no deja lugar a la dialéctica interior cerebral de ese pensamiento que requiere un trabajo, pero aún así, el sentimiento persiste insistentemente y no hay sentido a nada, se pregunta por qué, pero la siguiente mordida vuelve a paralizar su pensamiento.


Por fin, llega a casa, tira los zapatos al piso, se recuesta junto al perro, fiel amigo de boca apestosa que busca lamer cada centímetro de piel disponible, pero la televisión resuena  con su volumen disimulado, los pensamientos fluyen callados, unas ideas despegan espaciadas y discontinuas, intentando resolver el cuestionamiento diurno, pero la voz desde la cocina, el recuerdo de las tareas domesticas, el cansancio en los ojos, la pregunta recurrente a cada movimiento - donde está el sentido- y una respuesta que espera al día siguiente, cuando la televisión le permita escucharse a si mismo en esa tranquilidad, cuando la gente en sus deberes diurnos cierre la boca y le dejen pensar, cuando el tiempo sóbre para filosofar, y entonces podrá detenerse a pensar, cual es el sentido.

Comentarios

Entradas populares