El espejo

Afinando las navajas del odio, con sutileza las va armando una a una en la expectativa del sujeto sentado en el fondo, dentro de la misma habitación un espejo que sirve de ventana al sujeto atado sobre la silla muestra las manos virtuosas de aquel dispuesto a arremeter.

Escucha sus pasos, ya se va acercando a su encuentro, en el espacio dejado entre la sabana y el piso se asoman los pies desnudos y sucios del acosador, se pueden ver sus uñas largas, el bello de su pantorrilla, las cicatrices en su empeine.

El verdugo descubre la sabana y de súbito cae al piso soltando las navajas, nota que es nada más que él mismo a quien va a ejecutar.

Comentarios

Entradas populares