Auto contemplación

Hundido en desesperación, el arquitecto tomó el lápiz rayando la hoja entera, un par de líneas fueron el pretexto para abandonarse a la espontaneidad, oyó del Surrealismo pero sus dedos lo tocaron, escucho del Neogongórismo y sus manos lo esbozaron, blues desatado y sus venas del fino instrumento de la lógica, papel haciéndose tiras, el lápiz cortado por una cuchilla una y otra vez, luego de muchos trazos lo consiguió, era el mundo perfecto, la anhelada utopía, Proust clamado por multitudes, el gozo de la ignorancia enriquecida por un conocimiento autócrata.

Entonces calló inconsciente al suelo, sudoroso espero a que el sol le despertara de nuevo, la maravilla con que abrió sus ojos en ese pensamiento hilado de emociones le sirvió para levantarse y mirar en el escritorio la figura de un hombre sobre la hoja blanca, era su propio cuerpo desnudo sobre el papel.

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