Dominicales (1)



Navegar entre las líneas de una vida inmaterial, navegar sin timón, llegar a la deriva, enloquecer. Enloquecer no es opción cuando se está loco, cuando no queda piso ni techo, cuando la vida se ha descompuesto en su totalidad.

Entramos en el monumento de la vida, en la figura que nos requiere para más, en esa otra dimensión, entramos cuando de nosotros queda poco, será entonces que de nosotros casi nunca ha habido nada, y las cosas y lo que no son cosas, o sea, los hechos, son una espejismo y van más allá del más allá. Entramos en los monumentos de la vida cuando no nos queda nada más que desiertos.

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