El corredor.

Los relojes nos miran, sentimos que aún hay tiempo, contamos los días y las hojas del calendario que no paran de caer. 

Nos reímos por la tarde, ante esa luna ascendente dijimos adiós a tantos ocasos que ya no recordamos las cuentas. 

Siempre pensamos que habría un mañana, que el día siguiente traería esas maravillas que platicábamos sobre la acera, al techo de algún bar, los planes y los viajes.

El tiempo nos miró, sentimos que aún había relojes, contamos las hojas del calendario y los días no pararon de caer.

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