El sueño de la razón produce monstruos.

Nos reímos tanto aquel día, el mismo que juramos entender el arte, y nos daba igual Gauguin que Mannet, lo mismo Friedrich que Courbet, y así continuamos por salas, creyendo que aquel momento de la historia era un trozo más de pretensión humana, grupos privilegiados te gustaba llamarlos, y reímos por salas siendo esnobs, pensando que nuestro presente era superior y que los otros presentes podían irse al diablo al ser inferiores, que el arte era descriptible y analizable, que en su forma y estética se encontraba su punto de ruptura, creíamos entonces que entendíamos el arte, hasta que llegamos a esa sala tapizada de terciopelo rojo, a ese pedazo dedicado a Goya; allí fue que te vi pegada e inmóvil a esa miniatura de carboncillo sobre papel, entonces me miraste con la boca medio abierta, y lo supimos de un golpe, supimos que a este presente retrasado le faltaba demasiado de ese pasado, que por cierto, y desde entonces, seguimos sin entender.

Comentarios

Entradas populares