En su inagotable acontecer.

Es a tu aturdido corazón al que le preguntas el cómo y el por qué, sin darte cuenta que en los silencios, en esas caminatas largas y en esos paseos sobre bicicleta la respuesta dibujaba ante tus ojos, dibujada por el cambio, las personas que no están cerca más, las caras que no salen al tocar las  viejas puertas, los parques que no tiene más las huellas de sus tenis desgastados.

Ahora te miras mientras peinas tu cabello hacia el lado contrario en una mañana de lunes , pensando que quizá eso dará un nuevo giro, te sacará de la locura, del lánguido y tortuoso común que llaman rutina, que llaman vida; sin saber que allá afuera todo es diferente hoy, que los nuevos hogares de los viejos amigos son lugares tan acostumbrados para ellos como estas viejas calles lo son para ti, que sus trabajos en la maravilla de tu vista son trabajos igual de rutinarios que los tuyos y en su escape por el resto del mundo encuentran las mismas experiencias que tú encuentras al andar el metro, la vía, el autobús, la metrópoli en su inagotable y diario acontecer.

Le preguntas a tu aturdido corazón si toda esa nostalgia merece seguir allí, deteniendo los días y las noches.

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