El acto de creer.

En el camino del deber, las joyas de un conocimiento incierto respaldan a una moral volátil, quiénes somos si no la lengua que tenemos, quiénes somos si no esas palabras pronunciadas con séquitos de valor, ¿Hay valor allí?

Si hay un valor en el deber, y si ese deber es determinado de forma tan escuálida, tan aleatoria, como un reglamento en sociedad -como la constitución cívica- ¿Qué valor hay en el deber?

¿Qué valor hay en defender lo que se cree, si lo que se cree resulta incierto o falso?

Si ese creer se vuelve disperso, efímero, si está dispuesto al resto de los siglos a ser un conocimiento indescifrable, ¿se puede seguir creyendo? ¿Hay que abandonar toda acción de credibilidad, el valor que podría acompañarlo, el deber ser, todo el edificio moral que nos mantiene como sociedad?

El humano puede creer en lo falso o lo cierto (si es que hay diferencia remarcable), lo que le importa es el acto de creer.

Comentarios

Entradas populares