Un segundo que no vale nada.



Él insistía en que la condición no era tan extraña, que por cierto, su mundo no se iba a acabar y el tiempo no era más que relativo, ya podrás tomar otro vuelo, en un par de horas se programa el siguiente avión, llegamos al aeropuerto y listo, compramos los boletos, no tienes de que preocuparte. Pero Arely insistía: Zafra, que no entiendes que ese vuelo era el nuestro y que ya lo teníamos comprado desde hace mucho y es que ese maldito carro rojo de enfrente no se mueve, ¿Ves a la mujer detrás del volante?, ¿La puedes ver bien?, creo reconocerla, podríamos bajar a ver si ella se encuentra bien, vamos Zafra, bajemos a ver si ella necesita ayuda.

Desde el cielo, quizá a unos treinta mil pies se podría ver la fila tan extraordinaria de autos formados detrás del auto rojo y Zafra que siempre había sido de presentimientos, y esta no era la excepción. No me parece buena idea Arely, quedémonos aquí ya vendrá la ambulancia, o la policía, mejor la policía, esto no parece normal, incluso me dan ganas de bajarme del coche y comenzar a correr del otro lado, a la mierda con el viaje, podemos hacer este viaje en cualquier otro momento. Zafra abre la puerta y tira una zancada enorme hacia la parte trasera del auto, el chofer lo mira por el retrovisor, aspira de nuevo del cigarro y guarda silencio. 

Arely se pregunta cómo es que está con alguien tan cobarde, sale del auto y camina hacia la parte de enfrente del automóvil, corre hasta el auto rojo e intenta meter la cabeza en el vidrio del copiloto.
La estúpida cajuela no se abre, juro que esta cajuela no se puede abrir, piensa Zafra con las manos apoyadas en el auto, los nervios y el calor se convierten en sudor. El chofer sale del auto y lo mira, qué es lo que buscas, no abriré la cajuela aquí, entra al auto y espera a que lleguemos al destino, Zafra no puede esperar, quiere correr, quiere salir de allí. 

¿Están bien? Arely pregunta a una masa color rojo que está dentro del automóvil, quiere ayudar en algo, salvar a las personas que están allí, porque vamos, son personas, podría ser ella la que estuviera atrapada, a la mierda el vuelo, piensa mientras deja ir su mano hasta el fondo del auto, para identificar algo de vida allí adentro. 

Desde afuera Zafra intenta acercarse al auto, pero cada movimiento de acercamiento lo llena de una sucia desesperanza en la que ve el mundo caótico, demolido bajo sus pies, y sólo tiembla de pensarlo, cualquier persona podría estar allí, podría ser alguien conocido y no un accidente de auto más. De frente a él, tapando la escena se encuentra el chofer con sus gafas negras mirándolo y pidiéndole que se suba al auto cuanto antes, que pronto llegará una ambulancia o la policía talvez, y él tiene que estar dentro del auto.

Para a Zafra el sol y el calor le resultan dolorosos, su cuerpo ha quedado inerte con las manos puestas sobre la cajuela, con esas ganas encarnizadas por correr hasta el lugar donde se empieza a meter el sol, donde no hay humo. Ahora solo escucha los gritos de Arely pidiéndole ayuda, gritando con lágrimas en los ojos, y para él la situación comienza a ir en cámara lenta. Una mano lo toma del hombro, y de inmediato es llevado al asiento trasero del auto.

La fila enorme empieza a pitar, no hay sirenas alrededor, solo los gritos de ayuda de Arely, un grito ahogado que Zafra escucha desde el asiento trasero donde no puede alcanzar la mano de Arely, donde se empieza a desvanecer el sonido y la luz y tanta sangre, ahora se da cuenta de que el color rojo se debe a la sangre, que el chofer no está fumando, que la mano de Arely y el grito son quizá producto de su imaginación, porque piensa en cómo es que Arely en esa posición puede gritar, ¿Cómo es que ella puede?

A esa hora y con ese calor, la hora pico habitual, algunos conductores deciden apagar el motor, otros subir el volumen del radio y cantar un poco, la mayoría mira sus celulares, y quizá en alguna de esas micro-pantallas se reproduzca el video de un terrible accidente, brutal y doloroso, pero solo será reproducido por segundos, luego un perrito moviendo la cola, luego un gato tocando el piano, luego el calor insoportable y aviones que vienen y van.

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