Polaridades

Si la felicidad como estado de la consciencia es imposible, la desdicha también lo es y cualquier estado anímico también, tal como la depresión.

La sensibilidad, la euforia provocada por la alegría resulta igual de segadora que la melancolía provocada por la depresión, las dos son puertas y caminos cerrados, uno hacía el estado en el que no hay imposibles y el otro hacia el estado en el que todo es posible. Si hay algo peor que el estado negativo del ser es el estado positivo ser, y no resulta en esencia malo, el problema es que su ceguera provoca daños peores, consecuencias más dolorosas, de las que el pensamiento negativo se dosifica continuamente.

El realismo es una falsa solución a esta polaridad. Aquel que se pronuncia realismo no está más que suponiendo que se puede tomar tal papel objetivo ante los hechos (o más bien, antes las interpretaciones). 
En el fondo es posible que no solo existan dos interpretaciones, o la múltiple interpretación de los hechos, la cuestión es entonces que la postura ante los hechos y sus actos consecuentes debe de caber dentro de esta polaridad. Hay solución o no hay solución, hay una fatalidad o es una oportunidad, la visión bipolar que encanta a las personas que buscan la auto-superación.

Es entonces que las dos posturas, la positiva y la negativa, se necesitan una a la otra, la polaridad y la manipulación de estas dos posibles interpretaciones son la herramienta para alcanzar un momento de plenitud y superación. 

Ante la adversidad y la depresión una inyección de euforia y risa. Ante la alegría segadora una bofetada de melancolía, del acto más visceral.

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