ACertijo de una noche turbulenta.

Una casa en la que sólo vive una persona, alrededor de la casa no se encuentra nadie más.

El único habitante de la casa se resuelve en dormir, al momento de cerrar los ojos escucha la puerta sonar en lo que parecía un leve toquido.

El habitante abre los ojos en una exaltación que le hace sentir el golpeteo hasta el fondo de él. Se acerca con cautela a la puerta, pega el oído a la fina madera y sigue escuchando el golpeteo tranquilo y rítmico. Llega a la cama a ocultarse entre las sabanas, el sudor le consume la noche hasta que de nuevo ve entrar con los ojos abiertos el sol matinal.

El ciclo se repite noche tras noche, piensa que es el sonido de su acecino, un acechante que limita su vida.

Una semana más tarde alguien por casualidad se topa con la casa, la abre cautelosamente con agilidad de ladrón, camina por el pasillo y llega hasta la habitación, abre la puerta y un hombre descansa pálido y con los ojos abiertos sobre la cama.


¿Quién lo mató?

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