Ante una mentira.

Nos perseguimos como locos a través de lo poco que queda de la habitación. Andamos coloreando las paredes en movimientos esporádicos intervenidos por sonrisas dispersas, de canto en grito, de asalto en pellizco.

Las caras sueltas en la imaginación de una persona que intenta clasificar nuestro juego nos sirve de prueba póstuma, un grito ahogado sueltas entonces cuando apenas y te alcanzo con la mano.

Corremos de un lado al otro, corremos entre el polvo levantado, entre esas diminutas partículas que en la tranquilidad espantan tu desasosiego, cautivados entonces por las infinitésimas posibilidades de la significación de algo tan pequeño, tan bello, tan perseguido por el olvido.

Así recostados bajo la furiosa ola calorífica del sol, en medio de una habitación repleta de espejos, jugamos a ser muchos, a volvernos un grupo de desnaufragiados e inverosímiles desolitarizados.

Comentarios

Entradas populares