Sin priza

Redentora, fuerza sugestiva de imperativa existencia, sentirlo, hacerlo, pronunciarlo siquiera resulta en el perdón insumo de la voluntad propia, un acometido falto de derrota, hilado con telaraña mundana, existencia de uno y todos los demonios, la piel reseca de la tierra en el desierto, tus ojos mirando de frente a los míos, la luz, el sol mismo, las estrellas, las teorías y prácticas, las ganas e ignorancias, para no sonar absolutista, tú.

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