Sobre conversaciones nunca hechas.

— Y lo peor es que se lo toma tan enserio.

— Pero no es eso lo que quieren?

—Él simplemente habla del demonio, de sus túnicas, de la muerte, esa santa, que le rezan para matar, para no se qué, quién será el culpable entonces?, porque bien sabemos que si existe el bien... — dice deteniéndose en una mirada cómplice de la palabrería.

— El mal, curiosa palabra, pero si el bien fuera distinto, como los colores tal vez, lo has pensado ya? —adelanta el acompañante en una línea de pensamiento filosóficamente divergida.

— Qué puede tener de curiosa la palabra, ha sido usada desde hace tanto tiempo, quizá fue una de las primeras palabras pronunciadas — mensiona litúrgicamente en el lenguaje de la comunión.

—Quién te pude asegurar que el tiempo ha pasado, que la palabra siquiera ha sido usada antes de que tú o yo la pronunciáramos en este mismo instante, pues quién puede probar certeramente que este día no ha sido el primero, quién, si es imposible de asegurar o refutar tal cuestión. —Sin mas el hombre alejó todo pensamiento y siguió concentrándose en la respiración, con los ojos entre cerrados, con los brazos apenas apoyados sobre las rodillas que formaban un angulo recto con la espalda que erguida sostenía el cuello relajado que estaba meditando.

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