Soñarte entre gotas.

EL temblor debajo de los pies, la derrumbe, el calor incesante de las palabras que pretendían desde la distancia de días anunciar el deceso, y la explosión nuclear sin más que la nube y ese hongo flotando en el centro de la ciudad.

Ahora todo muerto, puesto qué mas dar a la vida si el corazón fue partido, y no hablo de esa abstracción de poetas, me refiero al caparazón que cubre el motor de tu conciencia, ese escudo infranqueable que la radiación pudo y que la ligera esperanza de otra vida no logró.

Pero qué mas, seguir los pasos, continuarlos de a poco, lo suficiente para dejar de sentir el temblor bajo los pies, la palabra ­—despedido— ­ abandonada en un pasado, los cincuenta años de experiencia en derrumbe, la cabeza en un hongo, el desayuno a orillas de una ola que no deja de llevárselo todo.

Es tan parecido a soñarte entre lagrimas.

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