Laberinto de letras.

Entre Manuel y yo habìa una especie de guerra, envueltos con el perfume de la cevada y la niebla del tabaco nos encaminamos a un laberinto de palabras, al día de hoy no sabemos descifrar quién dió el primer paso hacia aquel lugar, giramos a la izquierda y a la izquierda como se indica para cualquier laberinto del cual se quiere llegar al centro, pero tristes y algo desepccionados lo aceptamos. El lenguaje es un reino del cual no se puede salir ni entrar, pues lo cubre todo y a ese todo no hay razón preponderante, sólo una pequeña esperanza: la de seguir caminando y caminando entre sus andrajosos pasajes, caminar hasta perderse y morir en medio de todas y cana una de las palabras dichas.

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