Necedades voluntarias (1)

Harto de esa voz en su cabeza metió toda su esquizofrenia en un vaso, lo cerró al alto vacío, no me pregunten cómo pero lo cerró, lo puso en un cajón sobre la alacena y luego se fue a dormir. Esa noche durmió como nunca: el ruido de los grillos entraba desde la ventana, y a cada tanto el sonido del tren a la distancia lo despertaba, un rechinido en la puerta, las paredes crujian contrayendose por el frio de una noche que comenzaba a apretarle el corazón. Abrió sus ojos de golpe, envuelto en ese aire de absoluta soledad corrió directo a la cocina, sacó el vaso sellado y lo destapó, las lágrimas brotaron de sus ojos al darse cuenta que hasta ese trozo de pesada imaginación necesitaba un poco de aire para seguir con vida.

Comentarios

Entradas populares