Aquella noche

Aquella noche no quería mentir, la encontraba hermosa, con una luna llena en el centro y algunas estrellas que sabía estaban allí, pero la bruma de su mirada no me permitía encontrar, si no fuera por su mirada. No intenté convencerla, pero creo que lo logré, no intentaba mentirle, no quería mentirle aquella noche, ese vestido (magnífico) que cubría con sus luces la ciudad tumultuosa, el tránsito pegajoso de las veredas empedradas.

La despedí con un gran beso, puesto allí, en medio de su suspiro, será el sabor a pino, será la tierra húmeda de su noctámbulo respirar, pero allí lo puse entre cada uno de sus labios, entre cada una de sus ventanas iluminadas, y luego la deje dormir, quieta y tranquila, si es que una ciudad puede dormir; y me fui a soñar con ella, con otra tierra y otro cielo, pues su cielo irrepetible no se puede atrapar en sueños, ni en palabras o fotografías.

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