Dos caras



Tu pelo cae, la sortija en la mano delata más edad, pero aquella cintura contra gravedad vuelve a levantarlo todo. Cae el dado —el peón de un juego— en nuestra noche: primavera y de día allá, dónde un Rey derrocara al otro; bombas, cuerpos sin ataúd y una imposición criminal, se juegan del otro lado del tiempo: mientras tú y yo mordemos lenguas como si todo se detuviera.

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