Primer Premio

Me enseñó que el mejor regalo es aquel que desaparece ante la vista, ese que no se puede guardar en una caja, o debajo de la cama, el que no necesita un precio ni flota vacío frente a un aparador.

Ahora sé que puedo verlo desaparecer ante mis ojos y superara la barrera temporal, una carta que se destruye ante el fuego y aun se pueden sentir sus letras frescas en la boca y verse navegar pacientes en mi memoria.

Porque la materia efímera supera la vida física de mi ser, y aquel presente traído hasta mí vale aun más porque yo lo puedo superar, porque puedo verlo morir ante mi mirada y mantenerlo vivo en mi recuerdo.

Lo hermoso de un regalo no es tenerlo toda la vida, sino conservarlo con el valor suficiente en el espacio mismo donde existe aquel sentimiento intangible que acompaña a la sensación intrínseca del regalo.

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