Daño a terceros.

Uno no nace asceta, no hay mal innato ni bondad pura, olvidémonos de una vez por todas del altruismo, si se ha superado un vicio no es más que por el afán de lograr una virtud, un deseo que se ha superpuesto a otro deseo; la interpretación vicio/virtud siempre es posterior, el 'deseo' se aproxima más a la verdad, pero no hay 'verdad' más allá del juicio subjetivo, con la misma subjetividad que se puede afirmar un vicio o una virtud.

La lágrima no es falsa, el dolor persiste, y cómo es que se puede hablar con tanta frialdad del propio impulso humano, cómo se puede juzgar y racionalizar un hecho y con ello pretender que su efecto sea de menor impacto.

¿Quién tiene la culpa aquí?
¿A quién habrá que enjuiciar?

Al impulso mismo, al instinto predador que persiste aún cuando la razón flaquea, somos piel, somos carne, somos humanos, somos animales, somos tanto... y somos culpa por encima de cada susurro, por debajo de la cintura, en medio de la obscuridad, batiéndonos en la mezcla pesada de alientos, saliva y confusión, y encima de todo somos el remordimiento de noches que saben a olvido.

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